Artículo #97

La Genealogía del Vino Chileno: ¿Santiago, La Serena o Concepción?
Como resulta ser hoy en día de conocimiento común, los registros más antiguos de la vitivinicultura en Chile corresponden a la ciudad de Santiago, vale decir, a lo que actualmente conocemos como el Valle del Maipo. Si bien durante décadas, numerosos escritores solían atribuir el surgimiento de la vitivinicultura chilena a la introducción de los primeros cepajes, por parte de un supuesto fraile, conocido como “Francisco de Carabantes”, desde el Perú, vía el puerto de Talcahuano, Concepción. Sin embargo, dicha hipótesis, planteada originalmente por el historiador y naturalista francés Claude Gay en 1855 en su obra “La Agricultura Chilena”, no pasó de ser una azarosa conjetura, hoy en día ampliamente desacreditada por la historiografía nacional, pues Francisco de Carabantes nunca estuvo en Chile, y tampoco fue un fraile, sino un comerciante peruano que poseía cultivos viníferos en Perú, pero sin una conexión con Chile, que haya sido posible demostrar a la fecha.
Texto destacado
Los registros más antiguos de vitivinicultura, correspondientes a la Capitanía General de Chile, están relacionados con el Cabildo de Santiago. De esta manera, en agosto 1554 se registró la existencia de la primera viña de Chile, propiedad de Diego García de Cáceres, consignada en el Acta de Cabildo del 28 de agosto de ese año.

En efecto, los registros más antiguos de la vitivinicultura, correspondientes a la Capitanía General de Chile, están relacionados con el Cabildo de Santiago. De esta manera, en agosto 1554 se registró la existencia de la primera viña de Chile, propiedad de Diego García de Cáceres, consignada en el Acta de Cabildo del 28 de agosto. No obstante, el acta del cabildo sólo registra la existencia del viñedo, no del vino.
Pero, en este mismo sentido, un año más tarde, en 1555, el propio cabildo registra la existencia de vino "con destino para la misa", elaborado por el conquistador Rodrigo de Araya, a la sazón, “el primer vitivinicultor de Chile”. Si bien el registro primigenio de la existencia de vino en Chile corresponde a las cartas de Pedro de Valdivia (4 de septiembre de 1545) al Emperador Carlos V, fechadas en la Ciudad de La Serena, no fue sino hasta una década más tarde, que comenaría a producirse vino en el territorio local, como lo consignan las fuentes documentales.
Sobre este último punto, cabe señalar que no ha estado exento de controversias, dado que ha existido históricamente una disputa, entre diversos historiadores, sobre el origen último de la implantación de las primeras variedades viníferas en la Capitanía, dado que, originalmente, durante el siglo XVI, la introducción de toda clase de cultivos, animales y mercancías se realizaba, principalmente, desde el puerto de Coquimbo (el primer puerto de Chile), y luego eran llevados por tierra hasta Santiago, y posteriormente hacia la ciudad de Concepción, fundada en 1550, casi el mismo año en que Caudio Gay estimaba la primera vendimia en Santiago (1551). Sin embargo, Gay creía que la primera vendimia en Chile podría haber ocurrido en 1548, en La Serena, por parte de Francisco de Aguirre, una fecha que no ha podido ser acreditada aún por parte de la historiografía chilena y peruana.
Desgraciadamente, la destrucción de la ciudad de La Serena en 1680 por parte del pirata inglés Bartolomé Sharp, produjo la desaparición de prácticamente todos los registros existentes, tando eclesiásticos, como seculares (actas del cabildo, testamentos, crónicas y memorias).
No obstante, sí se ha conservado un documento original, correspondiente a los planos de la ciudad de La Serena, de 1556, donde se consigna la existencia de la viña de Francisco de Aguirre, en la ribera norte del “río Coquimbo”, hoy conocido como río Elqui. Vale decir, un viñedo contemporáneo a los de García de Cáceres y Rodrigo de Araya en Santiago, con lo que se conformaría lo que podriamos denominar como el grupo de los “fundadores” de la vitivinicultura chilena, a los que se sumarían pocos años más tarde los nombres de Juan Jufré en 1556 (Macul), Inés Suárez (Colchagua) y Rodrigo de Quiroga (Cachapoal), para las décadas de 1550-1560.
La Serena y Concepción, a la disputa de Santiago.
Sobre este último punto, hoy en día yace en pleno debate historiográfico por parte de un grupo de historiadores de la Universidad de Santiago, liderados por el Dr. Pablo Lacoste, en colaboración con académicos de Argentina y Perú, dada la importancia que reviste esta fecha para América del Sur. Efectivamente, ese mismo año de 1556, se registra el surgimiento de la vitivinicultura en Argentina, gracias a los cultivares llevados por Juan Cedrón desde La Serena a Santiago del Estero, propagados desde allí hacia las demás provincias argentinas durante los siglo XVI y XVII. Este hecho, ha sido considerado como un hito fundamental para la extensión del cultivo en el Cono Sur de América, un fenómeno que en la actualidad está permitiendo impulsar un verdadero itinerario cultural del vino entre ambas naciones.
Respecto a la ciudad de Concepción, el registro escrito más antiguo es de 1595 y corresponde al cronista González de Nájera, donde señala que:
“Viñas hay muchas y muy buenas, de gruesas cepas de muy buenas uvas (...) y excelentísimos vinos claretes y blancos”. Con este documento, es posible consignar a la ciudad de Concepción como el tercer punto de arraigo y diseminación de la vitivinicultura chilena en el siglo XVI, con una extensión que prontamente incorporó a los valles de Itata y Bío-Bío. Sin embargo, cabe consignar la existencia de numerosas referencias anteriores, desde la propia fundación de la ciudad y anteriores al levantamiento general de La Araucanía de 1599 -conocido como el "Desastre de Curalaba"- que destruyó todas las ciudades al sur del Bío-Bío.
En este sentido, el historiador Daniel Stewart ha señalado recientemente, en un artículo publicado en enero del 2015 en la Revista Iberoamericana de Viticultura (RIVAR):
"Las viñas y el vino llegaron al valle de Concepción junto con los primeros conquistadores. Desde esta temprana fecha hubo viñas en la traza de la ciudad y producción artesanal de vino por parte de sus habitantes. La poca información notarial que existe del siglo XVI nos indica que los vecinos de casi todas las ciudades del sur tuvieron sus propias unidades, las que producían vino para el uso familiar y, por lo menos, para la comercialización urbana. Con el paso de los años, los vecinos de Concepción se atrevieron a cultivar las tierras al interior de la costa. En 1591, el capitán Francisco Ortiz de Atenas aceptó el mandato del gobernador Martín García de Loyola para formar una estancia en la ribera del río Itata, para abastecer el fuerte de Millapoa y más adelante la ciudad de Santa Cruz de Oñez.
Como han indicado numerosos historiadores chilenos, es casi imposible estudiar la historia colonial del obispado de Concepción y mucho menos con números cuantitativos por la gran falta de fuentes seriadas. Los terremotos y la guerra de independencia destruyeron casi por completo los archivos regionales, donde en algún momento se guardaban los registros notariales y judiciales de las ciudades de Concepción y Chillán. Los únicos registros conocidos que todavía existen del siglo XVII corresponden a documentos judiciales que forman parte de casos que fueron apelados al “superior gobierno” o a la Real Audiencia, ambos en la ciudad de Santiago y conservados en los respectivos repositorios rotulados Capitanía General y Real Audiencia, del Archivo Nacional Histórico. Además de estos, tenemos una porción del archivo Jesuita que la Real Audiencia envió a Madrid después de la expulsión de la Orden del reino de Chile y unos cuantos libros de la Caja Real de Concepción. No obstante, hemos intentado reconstruir un catastro de las viñas del obispado de Concepción que estuvieron activas durante el siglo XVII".
Sea como fuere, la buena noticia es que ya existe una versión cada vez más detallada respecto a la genealogía del vino chileno, la que nos va mostrando cómo fue el derrotero de la variedad Listán Prieto, conocida en nuestro país como “Cepa País”, en su arribo fundacional a la comarca y su posterior propagación en el Cono Sur.
Traída desde Lima hasta La Serena y Santiago, esta variedad llegó en 1548 al Virreinato del Perú procedente desde la Capitanía de Guatemala (1520), y a su vez, desde Santo Domingo (La Española, 1493), en América. Originaria de Castilla, esta variedad había sido propagada en las Islas Canarias por los viticultores y navegantes hispánicos, con el fin de abastecer a los galeones en su trayecto hacia el Nuevo Mundo.
CRONOLOGÍA FUNDACIONAL DEL VINO CHILENO
1545: Primer registro de vino en Chile, traído por parte de Pedro de Valdivia.
1548: Llegada de los primeros cepajes de uva listán prieto a la capital del Virreinato del Perú, Lima, cultivados de Hernando de Montenegro y Francisco Pizarro.
1550: Fundación de Concepción. Estimaciones recientes sitúan las primeras viñas en Hualpén, más tarde en Itata y Chillán.
1554: Primera vendimia registrada en Chile, en Santiago, por parte de Diego de Cáceres.
1555: Primer vino registrado en Chile, por Rodrigo de Araya, en Santiago.
1556: Primera viña registrada en La Serena, por Francisco de Aguirre.
1595: Primer registro escrito de la vitivinicultura de Concepción, por el cronista González de Nájera.
Nota: Fotografía de portada por Nacho Domínguez Argenta.