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Artículo #88

Breve pesquisa de la palta o aguacate

Por Gastón Jara León MARZO DEL 2021

El origen de la palta está en Mesoamérica, donde los primeros conquistadores españoles conocieron dicha fruta, que los indígenas mexicanos denominaban “ahuacatl”, que en el español tiene el significado de “testículo” (probablemente, por la analogía evidente de cómo lucía en el árbol que la produce). Previamente a la llegada de los europeos a América, su cultivo y recolección ya se había expandido hacia Sudamérica, especialmente hacia los Andes Centrales. Para el año 1450, existen registros de su cultivo en Ecuador, por ejemplo. Estuvo dentro de los cultivos que difundieron los Incas, quiénes, al parecer, habrían asociado su forma con la costumbre de la deformación de los cráneos, practicada por la tribu de la región de Los Paltas, en el Perú. Según describe el Inca Garcilaso de la Vega, habría sido el propio Tupac Yupanqui, quien lo introdujo en sus dominios hacia mediados del siglo XV.

Texto destacado

Previamente a la llegada de los europeos a América, su cultivo y recolección ya se había expandido hacia Sudamérica, especialmente hacia los Andes Centrales.


Perú fue el centro difusor de su cultivo hacia el Cono Sur, conservando su carga de significado como “lo que se lleva colgando” aludiendo también al saco que acostumbraban llevar colgado de la espalda los pueblos andinos, también denominado “palta”. Esto explicaría el denominativo de “palta” generalizado en todos los países andinos desde Ecuador hasta Chile, incluyendo Argentina y Uruguay.

¿Cómo y cuándo llegó a Chile? Es posible que la palta llegara a Chile Central en el siglo XVII, según algunas fuentes. Eran paltas de color verde, en detrimento de las negras, las que inicialmente se desechaban. Sin embargo, posteriormente, las que tomaban coloración negra también comenzaron a ser consumidas, según las fuentes coloniales. Los mejores ejemplares se concentraban en la Provincia de Quillota, donde la “Palta Cruz”, a través de cambios en las formas de cultivo y cuidado, llegó a destacar por su calidad y sabor, comenzando a ser conocidas como “la palta chilena”.

Hacia principios del siglo XX, se introdujeron nuevas variedades en todo el continente americano, especialmente, la “palta Hass”, que corresponde a una semilla creada en 1926 en una granja en la Habra, California y patentada en 1935 por R.G. Hass. En Chile, se le llamó inicialmente como “palta californiana”, y su cultivo comenzó a desarrollarse durante la segunda mitad del siglo. Originalmente se le denominaba como “palta cocodrilo”, por su aspecto exterior. Hoy en día, este cultivo es ampliamente reconocido por sus características organolépticas, rendimiento y precio internacional, lo que lo hace altamente competitiva.

Escasez hídrica y cultivo de paltos

En las últimas décadas, se han introducido nuevas técnicas de producción, tales como las plantaciones en pendiente, la ampliación de las zonas de cultivo, el diseño geométrico de los huertos y el alto grado de desarrollo tecnológico en materia de riego y combate a las heladas. Esto ha permitido que Chile mejore su participación en el mercado mundial, aumentando sostenidamente sus exportaciones, tanto en volumen, como en valor exportado.

Sin embargo, también existe un lado conflictivo en este tema, que dice relación con la escasez hídrica en buena parte del país, donde han aparecido organizaciones contrarias al cultivo de especies exóticas, tales como los paltos. Ejemplos como los de La Ligua y Petorca, hacen ostensible esta problemática, donde existen acusaciones cruzadas entre los diversos actores, que van desde la concentración oligopólica de los cultivos, la extracción ilegal de agua de los ríos y fuentes subterráneas, hasta acusaciones de “terrorismo ecológico”, activismo financiado desde el extranjero y organizaciones dedicadas a desprestigiar este tipo de cultivo, con fines económicos.

Para varias organizaciones ambientalistas, el desarrollo del cultivo de paltas ha tenido efectos colaterales severos en otras producciones agrícolas y en la población de algunas provincias donde el agua es un bien escaso, derivando en la invocación y defensa de los derechos humanos, por las consecuencias del desvío de los recursos acuíferos y su extremada concentración en manos de grandes productores de paltas acarrea para la población.

Este conflicto se remonta desde la década de los 80, y se manifiesta en la concesión de derechos de aguas a privados y de los numerosos drenes y pozos que acopian agua sacada de los ríos, en algunas ocasiones, extraída de manera ilegal. En efecto, el río La Ligua fue declarado agotado en 1997, y el río Petorca le siguió en esta condición en 2004. Sin embargo, la DGA (Dirección General de Aguas) continuó entregando concesiones de aguas. Paralelamente, otros estudios como los del CIREN (Centro de Información de Recursos Naturales) dependiente del Ministerio de Agricultura, establecía que la zona no era apta para el cultivo de paltas y que, su plantación podría tener efectos en suelos y uso de los recursos hídricos. Otras instituciones, como CIPER (Centro independiente de periodismo investigativo), han denunciado la concentración de los derechos del uso de agua y en particular, MODATIMA (Movimiento de defensa del agua, tierra y medio ambiente) en conjunto con la Fundación Heinrich Bôll, en su capítulo de Santiago de Chile, han denunciado los efectos negativos del cultivo de la palta, según han expuesto en diversos foros internacionales, en materia socio-ambiental y la concentración de los derechos del uso del agua, en detrimento del consumo de la población.

El derecho humano al agua

Ante este complejo escenario, en varias zonas de cultivo ha aparecido de manera recurrente la imagen de la distribución de agua potable en camiones aljibes, que implica un ingente gasto estatal. Sin embargo, esa realidad también dice relación con las deficiencias en infraestructura que aún persisten en el campo, por ejemplo, en materia de red de agua potable rural, canalización y construcción de embalses de acumulación por parte del Estado.

Con relación a los eventuales ilícitos detectados por las autoridades competentes, si bien existe fiscalización, por falta de recursos es bastante inefectiva, aunque ha dejado en descubierto varias ilegalidades mencionadas antes, las que han sido llevadas en numerosas ocasiones a los Tribunales de Justicia, con varias causas aún en desarrollo.
No obstante, una consecuencia positiva generada a partir de este conflicto, dice relación con la conciencia del derecho humano al agua se ha fortalecido con la expectativa de transformar la Constitución actual de Chile y la responsabilidad de los consumidores de los mercados externos, cada vez más conectados, con las exigencias que deriven en una producción limpia y justa en todas sus etapas.


(imágenes de Estudio Bloom y Doice Juice )