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Artículo #86

¿Adiós al turismo de masas?

Por Gonzalo Rojas A. MARZO DEL 2021

Originado a partir del boom económico de mediados del siglo XX en buena parte de los países industrializados, este fenómeno social y económico fue, en su origen, un verdadero motor para varias naciones en vías de desarrollo, en el mundo entero, llegando a representar en torno al 10% del PGB global. En Europa, países menos desarrollados, tales como Portugal, España, Italia o Grecia, experimentaron una gran expansión económica hacia el último tercio del siglo XX, gracias a los visitantes que provenían, literalmente en masa, desde la Europa septentrional y, más tarde, desde Rusia y Asia.

Texto destacado

Si algo nos ha enseñado la actual catástrofe - pandémica, económica, climática- es la insostenibilidad del denominado “turismo de masas”.


En otras latitudes, en el denominado “cinturón tropical”, regiones tales como Mesoamérica y Las Antillas, Brasil, Guinea y el sudeste asiático, en cierta medida, prosperaron gracias a las enormes inversiones – no siempre legales o legítimas- devenidas del célebre “turismo de sol y playa”, una de las versiones más controversiales del turismo masivo a nivel global, responsable de niveles altísimos de contaminación, desechos y gases de efecto invernadero.

Sin embargo, con los años, hemos comprendido que este tipo de actividad suele implicar un escaso grado de desarrollo territorial y económico, poco valor compartido, demasiada basura y contaminación, gentrificación, exclusión social y escasa conciencia medioambiental y cultural. Si algo nos ha enseñado la actual catástrofe - pandémica, económica, climática- es la insostenibilidad del denominado “turismo de masas”.

Menor escala, menos corporaciones, más comunidad

La experiencia ha demostrado que el turismo de masas no se hace cargo de las externalidades negativas que genera a las comunidades, beneficiando principalmente a las grandes corporaciones trasnacionales del turismo, que frecuentemente actúan de manera depredadora frente a la comunidad que las acoge, generando falsas expectativas, tanto para los residentes, como para los visitantes. Varias de estas corporaciones de hoteles, restaurantes y entretenimiento, han demostrado ser capaces de comprar la conciencia y el voto político de gobiernos completos, especialmente en países latinoamericanos, africanos y asiáticos, aunque también con ejemplos muy bien conocidos en Los Estados Unidos y Europa, con hoteles, centros de vacaciones – los denominados resort all inclusive - y cruceros interoceánicos, que han emergido como una verdadera catástrofe del lavado de dinero en diversos puntos del planeta, moviendo turistas de un lado para otro, como si fuesen masas inertes, aturdidas por el consumismo.

Adiós al turismo de masas

Hemos aprendido, en estos tiempos difíciles, que debemos volver a mirar el origen de las cosas. De esta manera, podremos transitar hacia una sociedad más justa, con individuos solidarios y conscientes, regulando la avaricia, procurando mayor prosperidad a la sociedad en su conjunto. Tanto el Estado, como la sociedad civil debiesen propender a que las propias comunidades y pequeños territorios sean quiénes, de manera soberana y responsable, planifiquen, regulen y permitan el desarrollo de un nuevo tipo de turismo, socialmente responsable, más consciente. De mínimo impacto, de escala humana.

En este contexto, es esperable que suban los precios, como una manera de reflejar la totalidad de los costos económicos, sociales y ambientales que están involucrados en la cadena de valor turística. Quizás, por un tiempo, viajar volverá a ser un privilegio para el cual habrá que esforzarse, ahorrar dinero y gastar de manera planificada. Sin embargo, el gran beneficiado con este nuevo paradigma no será otro que el planeta Tierra y la sociedad global.

En conjunto, los diversos agentes del turismo han de impulsar una serie de iniciativas económicas de carácter circular, regulaciones e incentivos, que propendan hacia una actividad sostenible, con visitantes responsables e interesados en aprender de los demás, en cuidar los ecosistemas, en aportar a la cultura. Por el bien común y no sólo de unos pocos, digamos adiós al turismo de masas.

(Imágenes de Agencia AP)