Artículo #81
Arrieros del Maipo
Los arrieros del Maipo llevan siglos manteniendo vivas sus tradiciones, inmersos en una cultura extraordinariamente rica, que los conecta de manera Ãntima con el diverso mundo andino, a ambos lados de Los Andes, pero también hacia el norte y hacia el sur. Como una sola gran columna vertebral de Sudamérica, el macizo cordillerano ha sido, desde tiempos inmemoriales, uno de los principales vehÃculos de transmisión del comercio de mercancÃas, objetos y cultura en el subcontinente. El arriero es el sujeto histórico de la montaña, por antonomasia. La persona cuya vida y obra yace ligada a la geografÃa, a las cumbres, los rÃos, a los pasos entre un valle y otro. Uno de los pocos ejemplos vivos de un estilo de vida semi-nómade en la actualidad, aunque en franca desaparición. Enemigos poderosos, como las fronteras, las mineras, los controles migratorios y sanitarios, están haciendo cada vez más difÃcil la vida de los arrieros, los que paulatinamente han hallado un refugio en el turismo de montaña, allà donde andinistas, excursionistas y otros visitantes disfrutan de diversos servicios turÃsticos que se ofrecen, desde cabalgatas de algunas horas, hasta excursiones de varios dÃas por las montañas, que incluyen inusuales avistamientos de flora y fauna cordillerana, visitas a termas, glaciares y volcanes.
Texto destacado
El arriero es el sujeto histórico de la montaña, por antonomasia. La persona cuya vida y obra yace ligada a la geografÃa, a las cumbres, los rÃos, a los pasos entre un valle y otro.
Para el caso de los arrieros del Maipo, el núcleo urbano donde se reúnen, se aprovisionan o inclusive viven, especialmente en el invierno, es el poblado de San José de Maipo, un pintoresco villorrio de montaña, cuyo origen se remonta al Gobierno Colonial. Fundado por orden del Gobernador Ambrosio O'Higgins en 1792, su fundación tuvo como doble objetivo apoyar las faenas mineras que se daban en la zona, como asà también, controlar el comercio trasandino que solÃa hacer uso de los pasos cordilleranos de la comarca, especialmente el Paso del Portillo del Nevado Piuquenes y el Paso de la Laguna Diamante, ambos en la hoya del Maipo, y el Paso Las Pircas, antigua conexión utilizada para el paso del ganado y algunas mercancÃas, desde la cuenca del rÃo Tunuyán hasta Chile, llegando directamente a Santiago, desde Farellones.
Durante la Guerra de la Independencia, San José de Maipo jugó un rol muy importante, ya que, por su estrecha comunicación con Argentina, el paso del Portillo fue utilizado por una columna del Ejército de los Andes, a cargo del Capitán José León Lemos, derrotando a las fuerzas realistas apostadas en la localidad de San Gabriel, distante unos 15 kilómetros al oriente de San José. Este hecho ayudó significativamente a distraer al ejército español, comandado por el Gobernador Casimiro Marcó del Pont, obligándole a mantener una columna de sus tropas en el Maipo, descuidando la retaguardia septentrional, donde ocurrió justamente la invasión del conjunto mayoritario del ejercito de Los Andes, quiénes, ayudados por los arrieros de diversas localidades, ingresaron a Chile por el Paso de Los Patos, frente a Putaendo, comandados por el General José de San MartÃn.
“Arrieros del Maipoâ€
“Arrieros del Maipo†también es el nombre de la empresa de excursiones y cabalgatas del empresario turÃstico Hernán GarcÃa (en la imagen principal), quién lleva casi tres décadas en el rubro. Hombre de montaña, personaje reconocido en el medio ecuestre, complementa sus actividades turÃsticas con su experiencia como profesor de “Cultura Ecuestre†en una universidad local. GarcÃa ha dirigido decenas de expediciones en estos años, en prácticamente cada uno de los vericuetos de la comuna de San José de Maipo. Especialmente, allà donde están los máximos puntos de interés para los exploradores de montaña: La laguna Diamante, el Nevado Piuquenes, el Cerro Marmolejo, el geoparque El Morado, el volcán Tupungato, el volcán San José y el Volcán Maipo, los colosos andinos de esta parte de la cordillera. Otro de los imperdibles de la Provincia de Cordillera, son las Termas del Plomo, frente al Paso Piuquenes, en el Valle del Yeso, donde GarcÃa mantiene sus animales para actividades turÃsticas permenentes.
Siendo la principal empresa de excursiones y cabalgatas del denominado “Cajón del Maipoâ€, entre sus servicios se ofrecen paseos familiares, excursiones de varios dÃas e inclusive, asistencia arriera para excursiones y ascensos técnicos de montaña, exploraciones cientÃficas y faenas industriales, tales como la instalación de antenas de telefonÃa celular, misiones militares de alta montaña y faenas mineras en lugares de difÃcil acceso para helicópteros.
Como otros arrieros de los Andes, también complementa sus actividades con la crianza y engorda de ganado, especialmente mulares, caballos y burros, la doma de éstos, y la asesorÃa a empresas y particulares. En este contexto, Hernán GarcÃa señala que: “Es cada vez más difÃcil mantener este tipo de vida, especialmente cuando hablamos de tradiciones como el rodeo de animales en la montaña, la doma tradicional y el cuidado de los equinos, manteniendo vivas las costumbres y oficios ancestrales, como el herraje, la confección de aperos y monturas, por ejemploâ€.
De esta manera, el turismo asoma como una forma de continuar, al menos en parte, con este tipo de actividad, ahora que no es posible comerciar de manera libre por los pasos cordilleranos, como se hiciese por siglos, desde los inicios de los tiempos coloniales.
Los arrieros y la cultura equina
Los arrieros y la cultura equina son dos componentes de un mismo sintagma. Comúnmente representados por la imagen de un mular, su vida trascurre entre arreos, pertrechos y huellas de tropa entre los montes. Retratados de forma poética hace medio siglo por el escritor y cantautor chileno Patricio Manns, en su célebre canción “Arriba en la cordilleraâ€, el artista ilustra en su obra algunas de las efigies históricas que describen a esta cultura ancestral:
“Qué sabes de cordillera / Si tú naciste tan lejos / Hay que conocer la piedra / Que corona al ventisquero / Hay que recorrer callando / Los atajos del silencio / Y cortar por las orillas / De los lagos cumbrereños / Mi padre anduvo su vida / Por entre piedras y cerrosâ€.
En la actualidad, resulta complejo el panorama en torno a la supervivencia de este oficio tradicional del campo. Prácticamente todo ha cambiado para los arrieros en su contexto histórico y vital. A las restricciones de movimiento, producto de la privatización de la propiedad de los terrenos cordilleranos, se suman las normativas sanitarias vigentes – en ambos paÃses, Argentina y Chile- que imposibilitan, por ejemplo, el tránsito de animales hacia ambos lados de la frontera. Asimismo, las restricciones crecientes en materia migratoria, hace aún más difÃcil la obtención de permisos para cruzar por los antiguos pasos cordilleranos, fuera de los escasos puntos habilitados para tales efectos, normalmente uno o dos por región. En este contexto, no se ve fácil el futuro para esta actividad, descontextualiza de sus raÃces históricas, anclada en un mundo que irremediablemente ha cambiado, transitando velozmente hacia una modernidad de asfalto y ruidos industriales, donde cada vez queda menos espacio para el silencio.
Reconvertidos en empresarios turÃsticos, algunos pocos arrieros sobreviven en esta modernidad hostil, llena de reglas y controles, seguridad y protocolos. Pero las muchas generaciones de arrieros, que movieron al paÃs durante siglos, posibilitando las comunicaciones a ambos lados de Los Andes, sobreviven en la memoria histórica de nuestro paÃs, cuyo legado cultural continuará vivo por muchos años más, deambulando entre piedras y cerros, habitando en el viento.
(Imágenes gentileza del explorador Christian Donoso Christie)