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Artículo #79

Agricultura, migración y trabajo en el Chile actual

Por Tonci Tomic FEBRERO DEL 2021

Chile es un país en vías de desarrollo que tiene en la actualidad, entre sus múltiples problemas, el de la migración. Como le ocurre a Los Estados Unidos, con la inmigración desde México, Centroamérica y el Caribe, principalmente, o a Europa con la inmigración de África y algunos países del Oriente Medio; en nuestro caso, parece que muchas personas de países vecinos, tales como: Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Haití o República Dominicana, creen que Chile es un buen lugar para radicarse, donde pueden satisfacer sus expectativas laborales y de vida. La migración voluntaria – que no considera el trabajo forzado ni la trata de personas- no sólo ha acompañado a la humanidad desde sus albores, sino que ha sido el gran factor de éxito de la especie humana, que prácticamente copó todo el planeta, en su etapa cazadora-recolectora. Por el contrario, otros primates que no migraron, como gorilas, chimpancés y bonobos, viven en espacios circunscritos, principalmente, en áreas protegidas al borde de la extinción.

Texto destacado

La migración, como resultado de esta evolución, sin dudas ha enriquecido las culturas de los países.


Pero la migración, como resultado de esta evolución, sin dudas ha enriquecido las culturas de los países. En nuestro caso, nos ha enseñado a ver el mundo con otros ojos; hemos adoptado nuevas costumbres, hemos aprendido a bailar, a conocer nuevos idiomas y consumir nuevas comidas. Pero hay que ser ciego, para no detectar que, para muchos, también es percibida como una amenaza, en especial cuando la economía no camina tan bien. Por lo tanto, obviamente que debe ser regulada.

En la modernidad, las causas de la migración han sido muchas. Durante los siglos XIX y XX, lo fueron las hambrunas y las guerras; y siempre, búsqueda de nuevas y mayores oportunidades. La migración que se vive hoy, y que afecta a Chile, en el mundo global, no es otra cosa que la “globalización de la pobreza” -no obstante, que también han llegado profesionales de alta calificación- los que migran masivamente buscando oportunidades de empleo, para mantener a sus familias o bien remesar a sus parientes de los países de origen.

Basta circular por la ciudad para detectar nuevos acentos hispánicos: colombianos, peruanos o venezolanos; grupos étnicos de origen afroamericano, principalmente haitianos y dominicanos, pero también de los otros países latinoamericanos. Por lo general, se suele asociar a estas personas con oficios o trabajos, más bien de baja cualificación, como aseo, cobradores de parqueo, expendedores de gasolineras, transporte-delivery, etc. En general, trabajos de baja remuneración, que no son una primera opción para trabajadores chilenos. Esta es la inserción típica del trabajo migrante en todo el mundo.

Pero los trabajadores migrantes también han incursionado como trabajadores agrícolas de temporada, aun cuando no son más del 10% del total (ODEPA, 2020). No olvidemos que, en la actualidad, la cosecha de frutas es tercerizada a través de contratistas que antiguamente llamábamos “enganchadores”. Por eso, es que rápidamente trabajadores migrantes se integraron a este proceso, muchos de origen haitiano, probablemente porque la barrera del idioma aquí no es un impedimento para desempeñarse. Pero los hay de todas las nacionalidades – especialmente peruanos y bolivianos- y, en general, hay una muy buena opinión de estos trabajadores por parte de los fruticultores.

Cada año que pasa, los fruticultores perciben que la oferta de trabajadores para la cosecha de frutas es cada vez más escasa y, según las leyes del mercado, eso significa necesariamente un alza del precio del trabajo -el salario- que está del orden de 20 mil pesos diarios líquidos, cuestión que naturalmente el agricultor trata de contener. Pero esta actividad plantea otros problemas: es un trabajo de temporada y, además, significa hacer algunos sacrificios, tales como dejar la familia por un tiempo, y es un trabajo sacrificado, a pleno sol, de manera que, naturalmente, en la medida que el trabajador logra una inserción laboral permanente, va dejando de lado el trabajo de temporada en el campo.

Visa de trabajo de temporada

Un camino que han seguido varios países, como Los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, es la visa de trabajo de temporada. En ejemplo que Chile, probablemente, más temprano que tarde, deberá analizar. En esto, lo importante es que se respeten todas las leyes laborales y no se preste para el abuso, lo cual ha ocurrido aquí y en otros países, aprovechándose de la precariedad del migrante. Además, lo razonable es que la Dirección del Trabajo establezca una unidad especial para fiscalizar el trabajo agrícola migrante.

La segunda línea de estudio a explorar, es la de las Cooperativas de Trabajo y convertir el trabajo agrícola en un servicio, como lo hacen desde larga data, gasfiteros, jardineros, electricistas, etc. La pregunta es: ¿Por qué, si ha funcionado sin mayores problemas el sistema de contratistas de cosechas, no se organizan los propios trabajadores y se convierten en sus propios contratistas? No solo para cosechar, también para preparar suelos, para fumigar, para podar, para ralear, y para la infinidad de labores del campo.

Nuevos desafíos, nuevas oportunidades

¿No es ya hora que se sienten a conversar las organizaciones de trabajadores agrícolas como la Confederación Triunfo Campesino o la CNC, agrupadas en el MUCECH, los gremios empresariales del agro, el Ministerio del Trabajo y el Ministerio de Agricultura? ¿Y explorar la posibilidad de establecer un gran programa en este sentido? Creemos que esta es una solución donde todos ganan: trabajadores, agricultores y el territorio, si hace con seriedad y responsabilidad.

Como un país en vías de desarrollo, Chile tiene que estar a la altura de estos nuevos desafíos, generando oportunidades de vida para aquellos tan sólo buscan un lugar donde prosperar, junto a sus familias.