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Artículo #53

TPP-11 en la industria del vino

Por Michael Seguel ENERO DEL 2021

A un paso de ser aprobado está el Acuerdo Transpacífico de Comercialización, más conocido como TPP-11, en la cámara del senado del Congreso Nacional, luego de años de tramitación, desde que el 2018, terminó su primer trámite legislativo en la Cámara de Diputados. El proyecto, en principio, permitiría la comercialización de una gran variedad de productos desde y hacia el extranjero, entre los países firmantes. Dentro de estas naciones se encuentran: Australia, Brunei, Canadá, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Esto, según la información disponible en la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sin embargo, el TPP-11 ha generado múltiples reacciones, en diversas organizaciones sociales como en las autoridades, debido a las consecuencias -positivas para unos, negativas para otros- que puede traer en el tratamiento de los recursos naturales, por parte, de las grandes empresas y trasnacionales y, sobre todo, las dudas en su implementación. Esto último, es uno de los grandes cuestionamientos que hacen los movimientos sociales y comunidades involucradas.

Texto destacado

El TPP-11 ha generado múltiples reacciones, en diversas organizaciones sociales como en las autoridades, debido a las consecuencias -positivas para unos, negativas para otros- que pudiese acarrear.


Una de las cuestiones que sostienen los defensores del TPP-11 es que la apertura del mercado será de forma exponencial en contraposición a lo que actualmente opera en Chile. Con los países antes mencionados se fortalecerían las relaciones comerciales o se iniciarían en aquellos en que todavía es incipiente. Principalmente, productos como el cerdo, las frutas y los vinos serían los beneficiados. Incluso, la uva de mesa también tendría las puertas abiertas para entrar de lleno particularmente en los mercados asiáticos que han suscrito este tratado. Por ejemplo, en el caso de Japón, 1.027 productos excluidos del TLC (Tratado de Libre Comercio) mejorarán su tratamiento arancelario. Entre ellos, la carne de cerdo y aves, cítricos y productos lácteos. Los productos chilenos también tendrán mayores facilidades para el ingreso. En suma son más de 3 mil productos excluidos o con preferencias limitadas de acceso en los TLC bilaterales que ahora se incluyen en el acuerdo TPP-11. Con relación a la industria del vino, las ventas podrian tener un gran impulso, especialmente en países como Malasia y Vietnam.

El TPP detuvo su actividad cuando EE.UU. se retiró, pero fue reimpulsado por los restantes países, que suman 11, de ahí su nombre por el cual se reconoce ahora como TPP 11. Es la integración económica más grande del mundo. "Si bien Chile cuenta con arancel cero en todos los países del acuerdo (salvo el caso de Malasia y Brunei, por razones religiosas), el TPP 11 contempla un acuerdo especial de vinos, que establece normas muy avanzadas, tendientes a que no se exageren, por las diferentes partes, las regulaciones del producto. En particular, es muy interesante en materia de certificaciones, pues se establece una libre circulación de los vinos, salvo restricciones por razones de salud y seguridad nacional, lo que significa una reducción de trámites y costos en materia de los análisis exigidos”, indica la Memoria 2019 de Wines of Chile.

A esto se suma que, de acuerdo a los boletines mensuales de ODEPA, los países que han suscrito el convenio también están dentro de los que más importan para el vino chileno. Además, según una reciente nota de El Mercurio, replicada por la Cámara de Comercio Chileno Colombiana se detalla que “En Vietnam, el consumo per cápita de alcohol ha crecido en 70% desde 2005 a la fecha”.

Se trata de un país con cerca de 100 millones de habitantes. Lo mismo ocurre en Malasia, con una clase media creciente que ha adoptado el vino como bandera de sofisticación. Mientras tanto, en el caso de Japón, se trata del tercer país en importancia de destino de las exportaciones de vino chileno y uno de los primeros de el segmento de los vinos espumantes.

Aunque esto podría significar un aumento de la exportación, también significaría el envío de materias primas para elaboración de productos, sin perder la denominación de origen. Sin embargo, ese producto saldría como "elaborado" en el país que exporta, no necesariamente en el país de origen.

Es decir, Chile podría importar materias primas para la creación de productos que serían re-exportados como chilenos, y viceversa; podría enviar recursos para que otros países del acuerdo los exporten luego en sus propios términos. En ambos casos, según indica la información de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales se mantendrían los mismos aranceles de entrada y los otros beneficios para las naciones exportadoras.

Ahora bien, las principales críticas al acuerdo no apuntan directamente a la forma de producción que tiene la industria del vino en Chile. Cuestiones como límites en la soberanía del Estado, alzas en los precios de los medicamentos y vulneración de los pueblos originarios, evidentemente, no son materias acordes a la este subsector de producción, aunque emergen como prioritarias de resolver antes de la firma del eventual acuerdo. El que sí podría serlo, es la privatización de las semillas, ya que afectaría el patrimonio genético, la protección del conocimiento y de las costumbres tradicionales en el intercambio y producción de cultivos, y la soberanía agroalimentaria del país. Cuestiones que afectarían directamente a los pequeños y medianos productores y agricultores, no solo relacionados con el vino, sino que de todo el país y en todos los subsectores silvoagropecuarios.
Esto, si es que se aprueba el acuerdo comercial tal como está en la actualidad en el Senado y termina siendo beneficioso para los sectores industriales principalmente, en medio de la pandemia del Covid-19 y la crisis social y económica que se vive actualmente en el país.

(Foto de Andrey Sharpilo)