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Artículo #46

Bienvenido 2021

Por Editorial ENERO DEL 2021

El panorama internacional de la Industria Vitivinícola está, por decir lo menos, complicado. Está claro, que se tendrá una de las producciones mundiales más bajas de la última década, producto de factores climáticos, medioambientales, sanitarios y políticos en el mundo. La cifra mencionada por la OIV en su último informe es clarificadora: 258 millones de hectolitros para el cierre del año 2020. Los principales productores de Europa: Francia, Italia y España se mantienen en niveles esperados de producción, respecto de años anteriores, lo que no repercutiría, en primera instancia, en el precio de venta del vino europeo en su mercado local. Por otra parte, en Argentina y Chile la principal razón del descenso de esta temporada fueron las condiciones climáticas. Esto implica que, más allá de la pandemia, la gran problemática de esta parte del mundo es la sequía y, junto con esto, cómo las viñas logran gestionar eficazmente el abastecimiento de agua.

Texto destacado

Más allá de la pandemia, la gran problemática de esta parte del mundo es la sequía y, junto con esto, cómo las viñas logran gestionar eficazmente el abastecimiento de agua.


Con relación a la industria vitivinícola chilena, el 2020 será recordado como un año de complicaciones para la producción, producto de la crisis social y el virus del COVID-19. A su vez, las primeras estimaciones de la OIV establecen que Chile cerrará el año con una producción en torno a los 10.3 millones de hectolitros, una de las más bajas durante el último quinquenio.

A pesar de este difícil escenario mundial, los vinos nacionales con denominación de origen han tenido un buen rendimiento de exportación esta temporada, siendo la carta de presentación de la industria nacional, aumentando en prácticamente un 20% respecto del año anterior. De esto, se agrega que Estados Unidos y Reino Unido son los principales compradores de vino a granel, según el Servicio Agrícola y Ganadero.

En el caso de los vinos según su variedad, es claro que el Chardonnay (7,4%), el Riesling y Viognier (22.6%) son los que representan las cifras más positivas, si comparamos el valor por USD durante el 2019 y 2020. Mientras que, en el mismo período, los de peor rendimiento son el Chenin Blanc (-95,6%) y el Carmenere (-13.4%) según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura.

Sobre el enoturismo, cabe destacar que, respecto a una reciente encuesta publicada por la U. de Talca y Enoturismo Chile, sobre la percepción que existe respecto a la oferta de productos y servicios turísticos por parte de las viñas, una de las respuestas de menor calificación (7%) haya sido la “diversidad de la oferta”. A su vez, esta fue seguida por la “calidad de la infraestructura turística” con sólo un 9% de calificación. Sin duda, aún quedan muchas cosas que atender en esta materia, especialmente en estos dos ámbitos fundamentales para el desarrollo de la oferta: infraestructura y diversificación.

Con una posible apertura en el horizonte cercano, tras el anuncio de la vacuna del Covid-19 y un cierto optimismo creciente, el sector comenzará a reactivarse este 2021.
Por otro lado, con respecto a la venta a través de canales digitales, el Covid-19 trajo consigo la necesidad de liquidar stock y poner fin a los intermediarios, acortando la cadena de valor entre los productores y consumidores.
Múltiples desafíos aparecen en el camino para la industria del vino este año que comienza. Pero, sin lugar a dudas, el principal y más fundamental de ellos, dice relación con la severa crisis de rentabilidad que se arrastra por años, con precios cada vez más bajos, costos cada vez más altos y una competencia cada vez más acérrima entre los países productores.

Con casi 140 mil hectáreas de viñedos, 15 mil viticultores y casi 500 bodegas de vinificación en el país, hay miles de empleos directos e indirectos que cuidar, familias que proteger y un largo camino recorrido, que debemos cuidar, donde el prestigio del vino chileno en el mundo es un activo patrimonial que debemos recuperar, proteger y promover, todos quiénes somos parte de este sector económico.

En este sentido, no es otro que el Ministerio de Agricultura quién debe tomar cartas en el asunto, apoyando, especialmente a los pequeños y medianos viticultores y bodegas, desde la política pública, el fomento productivo y la facilitación para la inversión privada, y las mejores condiciones para un entorno competitivo, para salir adelante, más fortalecidos que antes.

¡Bienvenido 2021! Con todos sus desafíos por delante.



(Photo by Austris Augusts)