Artículo #200
Sierras de Bellavista: Un refugio italiano en el Nuevo Mundo.
La historia de Sierras de Bellavista, un tranquilo pueblo de montaña ubicado en la comuna de San Fernando, Chile, se remonta a 1838, cuando el “Fundo Bellavista†fue adquirido por Rodrigo Rojas Salamanca, un ex alcalde de Roma, comuna que en aquel entonces pertenecÃa a la Provincia de San Fernando. Con 20.000 hectáreas de superficie, según los archivos del Conservador de Bienes RaÃces de la provincia, la propiedad se mantuvo en manos de la familia Rojas Salamanca durante tres generaciones, convirtiéndose en un icónico fundo de cordillera, reconocido tanto por su notable belleza escénica, como asà también, por sus caracterÃsticas como campo de veranada y engorda de animales.
Texto destacado
A pesar de los cambios de dueños, la esencia cordillerana y la belleza natural de Sierras de Bellavista permanecieron inalterables durante décadas, atrayendo a aquellos que buscaban un refugio en medio de los imponentes paisajes de los Andes.
Durante el siglo XIX, el Fundo Bellavista experimentó sucesivas divisiones en hijuelas (Talhuencillo, Tacama y Guanaco, entre las principales) y hacia 1890, el corazón de la propiedad, conocida como “Talhuencillo de Sierras de Bellavista†fue adquirido por la Caja de Crédito Hipotecario de Chile, reduciéndose a 2.800 hectáreas al sur del rÃo Claro.
En el año 1943, un grupo de empresarios italianos visionarios, conformado por Dante Lepori, Luis Giagnoni y Luis Paris, decidieron invertir en la propiedad, dando inicio a una pequeña explotación forestal y turÃstica. De esta manera, Sierras de Bellavista empezó a captar la atención de quienes buscaban conectarse con la naturaleza y disfrutar de la serenidad que solo las montañas pueden ofrecer. Estos tres socios y amigos, se habÃan conocido previamente en Santiago, en el seno de la colonia italiana en Chile, más especÃficamente, como socios fundadores del Audax Italiano y, a su vez, como fundadores del Estadio Italiano de la ciudad.
Un refugio italiano en el Nuevo Mundo.
Su visión, más allá de la propiedad como tal y sus eventuales proyecciones económicas en el largo plazo, estuvo radicada en la necesidad de contar con un lugar de encuentro para la colonia italiana en el paÃs. Por aquellos años, comenzaban a llegar familias italianas provenientes desde ValparaÃso, Buenos Aires y directamente desde Italia, escapando de los horrores de la guerra y en búsqueda de nuevas oportunidades para vivir. Fue asà como surgió la idea de crear un balneario de montaña, accesible y caracterÃsticamente italiano, como un refugio de familiaridad y cultura tradicional para sus habitantes.
Cuatro años más tarde, en 1947, el geodesta italiano Ernando Casasa, por encargo de Dante Lepori, trazó el "Pueblo de Montaña Sierras de Bellavista", materializando la visión de una comunidad en armonÃa con su entorno. El pintoresco pueblo se convirtió en un refugio acogedor para los amantes de la naturaleza, atrayendo a aquellos que anhelaban una vida más tranquila y en contacto con lo auténtico.
A los pocos años, ya se habÃan incorporado casi un centenar de nuevas familias, principalmente italianas, a las que se sumaron algunas otras de origen centroeuropeo. El pueblo contaba con un exquisito trazado de alrededor de cien terrenos, entre 300 a 900 metros cuadrados cada uno, disponibles para la construcción de viviendas de descanso. Asimismo, el pueblo llegó a contar con una famosa hosterÃa, una plaza de juegos para niños y una bajada al rÃo Claro.
El tranque Misurina y el impulso turÃstico.
En 1953, se marcó un hito importante con la inauguración del Tranque Misurina, una notable obra hidráulica que simbolizó la unión entre la naturaleza y la ingenierÃa. El tranque no solo aportó belleza al lugar, sino que se convirtió en un emblema de la unión entre el pasado y el presente, entre lo natural y lo urbanizado. Dicho tranque, existente hasta la actualidad, representa el punto de encuentro y esparcimiento de la sociedad local, especialmente en la temporada estival, en el marco de las vacaciones de los niños y jóvenes.
Sierras de Bellavista continuó creciendo y desarrollándose lentamente en las décadas venideras. En 1960, se creó la Sociedad Mercantil Forestal S.A. bajo la dirección de Luis Giagnoni, Agostini y Moni Ergas, quienes promovieron la conservación y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales del lugar. El equilibrio entre la explotación de los recursos forestales y la preservación del entorno se convirtió en un valor fundamental para el desarrollo del pueblo, vigente aún en nuestros dÃas.
En el año 1989, el empresario inmobiliario Ladislao Morel adquirió una importante propiedad aguas abajo del tranque, dando origen a la Inmobiliaria Sierras de Bellavista SPA, y continuó impulsando el crecimiento del pueblo. Durante la década de 1990, Sierras de Bellavista se consolidó como un destino atractivo para aquellos que buscaban una vida más cercana a la naturaleza y fuera del bullicio de las ciudades. Como una especie de refugio de paz y tranquilidad a tan solo dos horas y media de Santiago.
En el año 1997, llegó la electricidad y la primera red de telefonÃa fija al pueblo, marcando un importante avance en su infraestructura y conectividad con el mundo exterior, aunque no exento de controversias entre los lugareños, con algunos de ellos en franca oposición a la perdida de las tradiciones del lugar, históricamente aislado. Sin embargo, estos servicios mejoraron la calidad de vida de los habitantes y contribuyeron al desarrollo del turismo en la zona.
Como una notable innovación en el territorio, en el año 2011, se plantaron las primeras vides en Sierras de Bellavista, dando origen al viñedo que se convertirÃa en un sÃmbolo distintivo del pueblo. Los vinos de Sierras de Bellavista han significado un aporte a la identidad del lugar, llevando el nombre y el paisaje del pueblo a diversos rincones, entre los más exigentes consumidores de vino, inaugurando una nueva denominación de origen: Colchagua Andes.
En 2020, la pandemia del Covid-19 generó un cambio demográfico en Sierras de Bellavista, atrayendo a nuevas familias en busca de un refugio seguro y sereno en medio de las montañas. La esencia natural y la calidez de su comunidad continúan cautivando a quienes buscan una vida más auténtica y en sintonÃa con la naturaleza.
Hoy en dÃa, Sierras de Bellavista se erige como un legado montañés que fusiona tradición, belleza natural y hospitalidad. Con alrededor de 200 familias, 50 de ellas como residentes permanentes, el pueblo sigue siendo un tesoro escondido en los Andes chilenos, donde el pasado y el presente se entrelazan para crear un ambiente único que sigue latiendo en el corazón de este encantador destino de montaña.
Créditos:
Imágenes gentileza de Viña Sierras de Bellavista.
Investigación histórica de Natalia Espina y Gonzalo Rojas.
2023. Editorial VinÃfera para Viña Sierras de Bellavista.
Imágenes:
Imagen de portada: Tranque Misurina.
Imagen 2: Vino Pinot Noir de Sierras de Bellavista, pionero en Colchagua Andes.
Imagen 3: Doña Flor Mira Briones, antigua residente en Sierras de Bellavista y propietaria del almacén "Los Angelitos", punto de reunión del poblado.
Imágenes 4 a 6: Gentileza de Igal Ergas.