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Artículo #150

Postpandemia: ¿El fin de un ciclo expansivo del vino chileno?

Por Gonzalo Rojas JUNIO DEL 2023

Hace casi exactamente un año, tuvo lugar la reunión anual de Wines of Chile, instancia en que se expone la estrategia comercial de la asociación para impulsar la venta del vino chileno en el mundo, con foco en los principales destinos: China, Reino Unido, Brasil y Los Estados Unidos. Las metas son ambiciosas: Continuar creciendo en ventas, promoviendo a Chile como un país competitivo y atractivo en la producción de vinos finos.

Texto destacado

La mayor parte de nuestro sector vitivinícola no goza de buena salud y experimenta una severa crisis de rentabilidad, levemente atenuada por un tipo de cambio favorable en dólares, aunque de momento pasajero.


Sin embargo, las actuales cifras no son plenamente halagüeñas. Con un precio promedio de exportación de apenas US 29 $FOB por caja y una altísima concentración de las exportaciones en los vinos de segmento “entry level” de las marcas corporativas y sociedades anónimas que dominan la oferta, la verdad es que no se ve fácil la tarea de “premiunizar” la producción del vino chileno y mejorar nuestra imagen global, deteriorada en los últimos años por la excesiva estandarización de la producción de vinos y un conjunto de tácticas comerciales de corto plazo, principalmente focalizadas en la competitividad por precio, más que en la imagen de marca y la construcción de prestigio internacional.

Si bien el mercado brasileño crece, tanto en volumen como en valor de las exportaciones, los otros mercados están presentando problemas mayúsculos para nuestras exportaciones vitivinícolas: China se estanca (Asia en general), Reino Unido decrece y perdemos participación año tras año en Los Estados Unidos, donde representamos menos del 1% del mercado.

Con estas cifras preocupantes y un consumo por habitante en el mercado doméstico de tan sólo 16 litros al año, pareciera ser que será preciso un conjunto de medidas de cambio drástico en la estrategia de promoción, diversificando las exportaciones, sofisticando la oferta y, por sobre todo, mejorando la presencia comunicacional y los vínculos comerciales con el conjunto de la cadena de valor del vino a nivel global, con una mayor especialización profesional y una visión de largo alcance.

¿Crisis de rentabilidad?

No está de más señalar que, con estas cifras exhibidas, la mayor parte de nuestro sector vitivinícola no goza de buena salud y experimenta una severa crisis de rentabilidad, levemente atenuada por un tipo de cambio favorable en dólares, aunque de momento pasajero y ostensiblemente a la baja.

Con más de cien años de tradición exportadora, la industria vitivinícola chilena ha experimentados ciclos de expansión (1870-1914) y contracción (1914-1980) que han modelado el sector, el paisaje y la cultura del vino, a través de las décadas. Es de esperar que este nuevo ciclo expansivo (1980-2020), caracterizado por la modernización, la industrialización y la internacionalización global, pueda continuar avanzando en este complejo escenario postpandémico, generando empleo, valor agregado, aumentando el prestigio de nuestro país en este convulsionado mundo contemporáneo.