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Artículo #148

Viñas de Parcela

Por Gonzalo Rojas JULIO DEL 2022

Tener una viña ha dejado de ser un lujo. Hoy en día, en cambio, existen cientos de miles de nuevas y pequeñas empresas vitivinícolas, en el mundo entero, que apuestan por la calidad y la singularidad de sus productos. Solamente en Chile, hoy se cuentan por centenas, aunque no existen cifras oficiales que puedan dar una estadística de este creciente fenómeno.

Texto destacado

Si bien el término aún adolece de una definición claramente consensuada entre los expertos, el concepto de “Viña de Parcela” ha ido ganando adeptos en diversos países, conforme la industria vitivinícola se desarrolla y se hace más competitiva a nivel global.


Si bien el término aún adolece de una definición claramente consensuada entre los expertos, el concepto de “Viña de Parcela” ha ido ganando adeptos en diversos países, conforme la industria vitivinícola se desarrolla y se hace más competitiva a nivel global. Cuál es la ecuación en juego: La propiedad de la tierra se va atomizando y el gusto por vino se democratiza. Y así como los entusiastas de antaño, solían conformarse con la membresía en un club de vinos y viajar año tras año a los diferentes destinos enológicos, hoy en día, en cambio, dicho gusto ha comenzado a traspasar los límites de la observación y en ocasiones, se aventura hacia la producción de vinos de autor.

En este contexto, ¿qué diferencia existe entre una “Viña de Garaje” y una “Viña de Parcela” ?: La propiedad del viñedo. Estas últimas, tienen la particularidad que el productor, además de la bodega, dispone de su propio viñedo, donde cultiva a su antojo lo que se le venga en gana. Ya sean los clásicos cepajes bordeleses, mediterráneos o bien, cepajes criollos americanos, lo cierto es que hoy en día existe de un cuanto hay en la vitivinicultura moderna. A diferencia de las denominadas “Viñas de Garaje”, que rara vez disponen de un viñedo, sino que más bien, compran la uva cada año, las “Viñas de Parcela” surgen a partir de una pequeña explotación vitícola (por lo general, inferior a las cinco hectáreas) o bien, existen como alternativa a la “Parcela de agrado”, como una especie de re-significación del concepto hacia una “viña de agrado”.

Ejemplos como los de Clos de Z, una propiedad urbana, situada en los faldeos de la comuna de Peñalolén con tan sólo quinientos metros cuadrados de viñedo y cuatrocientas cincuenta plantas, que permiten producir alrededor de mil botellas al año, ya no son de otro mundo. Ejemplos como éstos existen hace décadas en Europa y Los Estados Unidos, y ahora ocurren también en América del Sur.

Hace casi dos décadas que Caviahue, un viñedo de dos mil metros cuadrados en la comuna de Isla de Maipo, ha destacado por la calidad y originalidad de su propuesta enológica. A este ejemplo pionero en Chile, hoy en día le han seguido la pista cientos de nuevos emprendimientos, tales como “Fuga” (0,4 hectáreas) y “Portal Andino” (0,5 hectáreas), en Pirque, o “La Viña del Señor” (3 hectáreas) y “Monte María” (2 hectáreas) en Melipilla y El Monte, respectivamente. Sobre esta última, sus propietarios han dicho que: “La Viña Monte María es un emprendimiento familiar que nace el 2008, en la parcela Doña Ester. Las primeras vendimias de 2009 y 2010, hechas de forma muy artesanal, dan lugar a las primeras producciones de vinos de tan sólo 100 botellas. Ya para 2011 la Viña da un primer salto y, con nueva maquinaria para la pequeña producción de vino, pasa a embotellar 1.400 botellas; que se transforman en 3.000 botellas en 2012 y finalmente, en 10.000 botellas”.

Entre esta novedad, destaca el proyecto “Lof”, un viñedo de poco menos de cuatro hectáreas en Huelquén, que ha destacado desde sus orígenes por la calidad de sus vinos. Como ellos mismos señalan: “Es el resultado de un pequeño viñedo plantado en el jardín de nuestras casas, situado al pie de la cordillera de los Andes, en el Valle Maipo. En este lugar convivimos junto a las plantaciones de Syrah y Cabernet Sauvignon, dos variedades bien adaptadas a las condiciones de suelo pedregoso de este terreno”.

Según las cifras del Ministerio de Agricultura, en Chile existen poco más de catorce mil viticultores registrados, los que, en promedio, disponen de sólo cinco hectáreas. Distribuidos principalmente en las regiones del Maule, Ñuble y Bío-Bío, la mayor parte de ellos se dedica al cultivo de uva vinífera, que luego venden a las grandes empresas vinificadoras de la Región Metropolitana. Sin embargo, es posible observar, desde aproximadamente una década, una clara tendencia a la agregación de valor y la sofisticación del producto vínico en esas regiones. Nuevas generaciones de viticultores han comenzado a tomar la posta familiar, los que, en gran medida gracias al apoyo de INDAP, INIA y FIA, han implementado pequeñas, pero eficientes bodegas de vinificación en sus propiedades vitícolas, produciendo un número creciente de vinos embotellados, con una propuesta original y con sentido de lugar.

En Itata existe, desde el año 2012, Viña Zaranda, una histórica propiedad familiar que conserva cerca de cinco hectáreas de viñedos de uva País, Moscatel y Cinsault, los que vinifica y exporta a Brasil y Australia. Y así han surgido varios otros en el barrio, que le han seguido la pista en los últimos años, generando interesantes propuestas de valor desde un sentimiento local.

Y el fenómeno se replica de Norte a Sur: La viña de Atilio Gattavara, en el poblado de La Tirana, en plena Pampa del Tamarugal, tiene tan sólo 0,2 hectáreas y produce un vino país todos los años, cerca de setecientas botellas. Armidita en Alto del Carmen (Valle del Huasco), Cavas de Valle en Paihuano (Valle del Elqui) o Alpa en Salamanca (Valle del Choapa), son todos ejemplos de viñedos de parcela, más o menos consolidados, los que también existen en Aconcagua, Casablanca, Rapel y Maule.

Agrupados varios de estos pequeños proyectos enológicos en algunas de las organizaciones existentes en Chile en la actualidad – Casablanca Lado B, Colchagua Singular, la Red del Vino, Movimiento de Viñateros Independientes, Los Chanchos Deslenguados, Maipo Origen, AlMaule o Sur Natural, entre otras – buscan un sentido comercial que les permita prosperar en el tiempo y convertirse en un negocio sostenible. Un desafío complejo, mas no imposible.