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Artículo #143

Viñas patrimoniales en Chile: la corriente principal

Por Pszczólkowski, Philippo; Rojas, Gonzalo y Lacoste, Pablo MAYO DEL 2022

Las viñas patrimoniales se han convertido en un tema de creciente interés, a partir de la valoración del patrimonio ancestral como herramienta de desarrollo rural, en el marco de la economía naranja. Los economistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han enfatizado que la valoración del patrimonio ancestral, en el marco de la economía naranja, puede ser una solución para las empobrecidas regiones rurales de América Latina (Lozano et al. 2018). Los estadistas, economistas y hacedores de políticas públicas han tomado consciencia que, ante la pérdida de rentabilidad de los productos del campo, debido al auge de la industria agroalimentaria, ha surgido como alternativa la valoración de la dimensión cultural de los alimentos y bebidas, a partir del aporte de los saberes campesinos, y la voluntad de transmitirlos de una generación a otra, como parte de un legado precioso.

Texto destacado

La UNESCO ha apoyado estos conceptos desde la perspectiva de la valoración del patrimonio tangible e intangible. El proceso de identificación y reconocimiento de los viñedos patrimoniales como Patrimonio de la Humanidad ha permitido valorizar una decena viñedos culturales.


La UNESCO ha apoyado estos conceptos desde la perspectiva de la valoración del patrimonio tangible e intangible. El proceso de identificación y reconocimiento de los viñedos patrimoniales como Patrimonio de la Humanidad ha permitido valorizar una decena viñedos culturales; uno se encuentra en Asia, concretamente en Palestina (viñas de Battir); todos los demás se hallan en Europa, incluyendo tres en Francia (Borgoña, Champagne y Saint Émilion), otro en Portugal (Alto Duero y Pico), en Austria (Wachau), Hungría (Tokaj), Alemania (Alto Rhin), Italia (Pontevenere-Cinque Terre). Otros países están trabajando para lograr estos reconocimientos, como España, que postula los viñedos de La Rioja y de Castilla La Mancha (Checa Moral 2019).

Por su parte, en Chile también hay viñedos que pueden aspirar a este reconocimiento. En su viaje a este país, realizado en el año 1999, el enólogo italiano Mario Fregoni, quién es hasta nuestros días, Presidente Honorario de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), señaló en su informe técnico: “La viticultura de Chile podría ser reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por parte de la UNESCO y estímulo a la autoridad chilena a proceder en tal sentido, presentando la candidatura. El merecido reconocimiento de una viticultura excepcional, de pie franco y sana, prácticamente biológica (orgánica), mantenida libre de virus por casi cinco siglos, estimulará a Chile a tomar importantes decisiones de interés mundial, en favor de la viticultura de todos los países de la tierra” (Rojas, 2021).

Existen también otras zonas vitivinícolas de América también cuentan con viñedos de gran valor cultural, que pueden reivindicarse como patrimonio. Para ello se requiere realizar un conjunto de estudios especializados que permitan determinar con precisión todas sus características, incluyendo aquellos aspectos materiales e inmateriales que permitan comprender su carácter y su significado sociocultural. El carácter de un paisaje cultural es el tema clave, porque consiste en la huella de cada paisaje que surge a partir de la interacción de sus dimensiones naturales y culturales, a lo largo de la historia (Silva et al. 2016 p. 23). Dentro de este marco, uno de los aspectos inherentes a un viñedo para determinar su dimensión patrimonial, es la historia, porque “solo de esta forma podemos diferenciar la actividad agraria de carácter patrimonial de aquella otra del presente” (Castillo y Martínez, 2014 p. 111).

El presente artículo se propone aportar los antecedentes históricos de los viñedos patrimoniales de Chile, correspondientes al siglo XX. El estudio se apoya en la base teórica generada por la academia sobre viñedos patrimoniales en Europa (Castillo y Martínez, 2014; Alonso, 2017; Alonso y Parga, 2018; Checa Moral (2019); Togores, Parga y Diz (2020).
Para el caso latinoamericano, la corriente principal se ha focalizado en el estudio de los vinos patrimoniales. Entre ellos se incluyen vinos campesinos populares como Pipeño y Chacolí; las Chichas y los vinos escogidos como Pajarete y Asoleado, juntamente con los vinos del desierto extremo, el Pintatani de Codpa y los vinos de la Pampa del Tamarugal (Castro el al 2015 y 2016; Lacoste et al. 2015 y 2016; Aguilera y Alvear, 2017; Duhart, 2020). Se ha generado así un corpus bibliográfico considerable sobre vinos patrimoniales, que contrasta con el escaso interés que hasta ahora, la academia ha dedicado al estudio de los viñedos patrimoniales, tema todavía más relevante. Ello es así porque la corriente principal de la historiografía dedicada a la evolución de la vitivinicultura en la región se ha focalizado más en la producción industrial y el paradigma francés (Hernández, 1986; Briones, 2006; Del Pozo, 2014; Couyoumdjian, 2006; Rojas, 2015, Lacoste, 2019). En cambio, las viñas patrimoniales han merecido atención muy menor de la academia. Por lo tanto, conviene abordar el tema de los viñedos patrimoniales de Chile para cerrar la brecha existente, tanto con los vinos patrimoniales de este país, como con las viñas patrimoniales de Europa.

Ante la ausencia de un corpus teórico consolidado sobre los viñedos patrimoniales, el presente artículo debe asumir cierto matiz de estudio exploratorio. Se trata de sistematizar la documentación disponible, para proponer una interpretación que sirva como base para ulteriores investigaciones de mayor profundidad y alcance. Como fuente principal, se examinaron críticamente los censos vitícolas del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), considerando las viñas dedicadas a vinificación. Para evitar confusiones y distorsiones, no se han incluido dentro del análisis los viñedos destinados a consumo de uva en fresco ni para elaborar pisco. La citada fuente se ha examinado críticamente a la luz de la literatura especializada, observaciones en terreno, informes de consultoras, registros de prensa y los registros de viñedos elaborados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina, como principal referente de América Latina. Sobre la base de estas fuentes de información se va a trazar un perfil de la corriente principal de viñedos patrimoniales de Chile.

Como hipótesis de trabajo, este estudio sostiene que las viñas patrimoniales de Chile han surgido como resultado de un largo proceso histórico de construcción colectiva del viñedo, efectuada por los campesinos del secano interior sur, entre los ríos Mataquito y el Bio Bio, con régimen hídrico de secano, sistema de conducción en cabeza y variedades tradicionales asociadas al paradigma hispanocriollo. Dentro de este esquema, los viticultores desarrollaron sus propios paisajes culturales, con un patrimonio material e inmaterial definido, con sus propias pautas de elaboración, distribución, transporte y consumo. Naturalmente, el tema excede las posibilidades de tratamiento en profundidad en un artículo; pero se pueden establecer algunos conceptos generales que sirvan como marco para ulteriores investigaciones.

Es importante tener en cuenta la situación actual de las viñas patrimoniales de Chile porque una de las exigencias para reconocerlas como tal, es su condición de patrimonio vivo (Chaca Moral, 2019 p. 50). Por tal motivo, conviene identificar con claridad la localización y características de la corriente principal de los viñedos patrimoniales de Chile como punto de partida para el análisis. Para ello, el informe más actualizado es el Catastro del Viñedo de Chile, publicado por el SAG en 2020, correspondiente a los registros de 2018. En este documento se identifican 137.000 hectáreas de viñedos dedicados a elaboración de vinos. Sobre ese total, se registraron entre 17.000 y 14.000 hectáreas que podrían identificarse como patrimoniales.

Naturalmente, el SAG no trabaja con la categoría de “viñedo patrimonial”. Esta es una calificación nueva, que se tiene que desarrollar todavía en Chile. Pero sobre la base de los datos producidos por este servicio, es posible identificar aquellos viñedos que cumplan con determinadas características, para comenzar a ponderar la posibilidad de reconocerlos como “patrimoniales”.

En este punto, es necesario aclarar un matiz importante. En este trabajo no se pretende dar cuenta de todos los viñedos patrimoniales, sino únicamente, su corriente principal. Porque existen en Chile muchas viñas que también pueden aspirar a reivindicar su dimensión patrimonial, como las viñas del Valle del Huasco y del Valle del Elqui, como así también, cepajes que han sobrevivido en algunas zonas extremas del mapa vitivinícola de Chile.
Pero es imposible abordar la totalidad de los casos, motivo por el cual, conviene comenzar por la corriente principal, de modo tal de avanzar de forma gradual hacia el esclarecimiento de esta dimensión cultural del viñedo.

Para establecer los criterios adecuados para definir la cualidad de los viñedos chilenos, la teoría disponible entrega algunas claves. Por un lado, se requiere detectar una “larga tradición” como fundamento central. Por otra parte, a la antigüedad histórica se suma la formulación de un conjunto coherente, que articule los aspectos materiales con los inmateriales. Los viñedos patrimoniales tienen que presentar un vínculo estrecho entre la naturaleza y la cultura; entre el suelo y el clima, por un lado, y los saberes campesinos con sus técnicas artesanales por otro. Implícitamente, las viñas patrimoniales surgen de abajo hacia arriba, a partir del protagonismo de los campesinos, antes que, desde arriba hacia abajo, por acción del capital y la tecnología. Esta dupla se mueve en función de la rentabilidad económica, mientras que las viñas patrimoniales tienen mayor anclaje en la cultura, la vida social y la identidad particular de un territorio.

Esta diferencia es relevante porque el viñedo industrial sólo puede sostenerse cuando tiene rentabilidad económica; en caso contrario, se arranca y se sustituye por otra actividad económica. En cambio, el viñedo patrimonial forma parte de la identidad del campesino; en sus orígenes, la viña no se planta para lucrar sino para sostener la alimentación familiar, como parte de una forma de habitar el territorio y de proveerse de sustento. El autoconsumo es su objetivo inicial, su fundamento y regla. Por este motivo, el viñedo patrimonial es pequeño y forma parte de una explotación diversificada, nunca un paño extenso de monocultivo, como sí ocurre en el caso de la producción industrial, donde es el factor económico y comercial el que se impone por sobre cualquier otra consideración, modelando el paisaje en función de la economía de escala.

Desde esta perspectiva, el viñedo patrimonial es más estable que la plantación industrial. Tiene más recursos para soportar las crisis, porque su sentido trasciende los altibajos de la economía de mercado. El viñedo patrimonial establece un vínculo especial con el campesino-viticultor: forma parte de su identidad, su orgullo, su forma de ser, de sentir y vivir. El campesino-viticultor no está alienado; no vende su fuerza de trabajo en el mercado; dedica su energía a cultivar su viña, elaborar su vino, y compartirlo con sus familiares y amigos, con orgullo. Tal como han destacado Togores, Parga y Diz (2020), los vinos patrimoniales no están subordinados a las normas del marketing, las cadenas de distribución ni las tendencias del mercado. Son independiente de ellas. Tienen sentido para su comunidad, a la vez que son el reflejo de una cultura que se identifica con una dimensión más bien simbólica del vino y su larga tradición.

Sobre la base de estas consideraciones, se pueden abordar los datos aportados por el censo vitícola del SAG, con tres criterios que ayuden a identificar la corriente principal de los viñedos patrimoniales, a partir del régimen hídrico, el sistema de conducción y las variedades. Porque en estos tres aspectos de las viñas chilenas se pueden distinguir las modalidades más cercanas a la industria y las más afines con las tradiciones culturales de los campesinos.

(*) El articulo académico completo se puede descargar desde:

Pszczolkowski P., Rojas G., & Lacoste P. (2021). Viñas patrimoniales en Chile: OS. Opificio Della Storia, 2 (2), 44-61. https://doi.org/10.6093/2724-3192/8252

http://www.serena.unina.it/index.php/os/article/view/8252