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Artículo #135

Mulares y Turismo

Por Hernán García ENERO DEL 2022

Un mular es un animal producto de la cruza de un equino y un asnal. De esta forma, existen dos tipos de mulares: los primeros son el resultado de la cruza entre un asno o burro, y una yegua, denominados simplemente como mulas o “mular castellano”, y los segundos, como resultado entre la cruza de un potro y una burra, a los que se les denomina como burdéganos o “mulas romas”. Si bien sus características físicas no difieren mayormente entre sí, existe una importante diferencia en términos del temperamento: estos últimos son más dóciles, de mejor disposición para el trabajo y mayor rusticidad, lo que los hace más aptos para condiciones ecológicas adversas, tales como la montaña o bien, los climas secos.

Texto destacado

Los registros de la existencia de las primeras mulas se remontan hasta los origenes de la civilización occidental, entre los antiguos egipcios y persas, hace alrededor de cuatro mil años antes del presente.


Los registros de la existencia de las primeras mulas se remontan hasta los origenes de la civilización, entre los antiguos egipcios y persas, hace alrededor de cuatro mil años antes del presente. Por aquellos tiempos, los primeros criadores de equinos y asnales observaron la posibilidad de inducir la cruza entre ambas especies, fenómeno que no ocurre en la naturaleza de manera espontánea, sino que es una invención humana. Como resultado, se obtiene un animal híbrido, de mayor fortaleza física, adaptabilidad y disposición al trabajo de fuerza bruta. Siendo más difícil y selectiva la monta de potros a burras, que, de burros a yeguas, a lo largo de la historia han prevalecido las mulas en detrimento de los burdéganos, los que son cada vez más difíciles de hallar, aún a pesar de su valoración como animales de trabajo.

Los romanos perfeccionaron esta crianza de animales a lo largo de los siglos imperiales, con especial énfasis en las labores agrícolas y el transporte de mercancías entre las diversas comarcas, lo que facilitó la expansión de esta práctica por todo el gran continente euroasiático. En efecto, existen registros de su uso durante la época medieval, en la Ruta de la Seda, donde las mulas coexistían con los camellos. Tras la Conquista de América, los europeos trajeron esta cultura a sus colonias hispanoamericanas, donde destacan los países del Cono Sur, los que aún mantienen viva esta centenaria cultura.

Diversos usos de los mulares

Tradicionalmente, el principal uso que han tenido estos animales es el trabajo en el campo: tiro, carga y silla. Se estima que un mular, en condiciones apropiadas y saludables, tiene la capacidad de llevar consigo hasta un 40% de su propio peso, aún en terrenos adversos. Por este motivo, históricamente han sido la fiel compañía de arrieros y jinetes de montaña, algo así como un protagonista silencioso de las travesías e itinerarios comerciales de la historia.

Otro de los usos que frecuentemente tienen los mulares, es el de animal de asistencia en expediciones, tanto de carácter científico, como así también en excursiones y travesías turísticas, las que se han vuelto cada vez más comunes en las últimas décadas. Gracias a su carácter más bien dócil, los mulares pueden llegar a ser excelentes medios de transporte de personas y bienes, con la debida preparación y manejo.

Por este motivo, existen un sinnúmero de actividades recreativas y turísticas en las que están involucrados los mulares: desde breves cabalgatas de algunas horas y excursiones por el día, hasta expediciones de varios días y/o semanas, con la posibilidad de realizar ascensos a altas cumbres. En nuestro país, la tradición mular proviene de los conquistadores españoles y goza de buena salud en casi todo el territorio nacional. Ya sea para trabajo, recreación o simple gusto, existen importantes y diversos criaderos en varias regiones del país.

Con relación al consumo de su carne, existen múltiples ejemplos tanto en Asia, Europa y América. Ya sea para consumo fresco, deshidratado y bien, como insumo para la charcutería, su carne puede llegar a ser muy apetecida, por sus excelentes propiedades nutritivas, delicado sabor, bajo nivel de grasas saturadas y alto contenido de proteínas y minerales.

Finalmente, cabe destacar el gran aporte que estos animales están realizando en la actualidad, como contribución a la recuperación del turismo en Chile. Especialmente, en los ámbitos del ecoturismo y el turismo de montaña. Gracias a las excursiones y cabalgatas ecuestres, actividades que destacan por el distanciamiento social, las acciones recreativas al aire libre y el contacto con la naturaleza, este tipo de actividades resultan ser un gran aporte para la reactivación del sector y, por supuesto, para el mantenimiento de esta notable cultura que nos ha acompañado a través de la historia.

(*) Hernán García es profesor de la cátedra de Cultura Escuestre en la Universidad San Sebastián. Se ha dedicado a la reproducción, crianza, doma y comercio de equinos, mulares y asnales por más de treinta y cinco años. Asimismo, es dueño de la empresa de cabalgatas y expediciones de montaña "Arrieros del Maipo", empresa turística que existe desde 1991 en la Región Metropolitana de Santiago.