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Artículo #112

Vinos en La Araucanía: un negocio con la identidad de la gente de la tierra

Por Michael Seguel Picunche JUNIO DEL 2021

A pesar de que es una zona poco reconocida por su tradición vitivinícola, la región de La Araucanía cuenta con sectores con una creciente producción local, originada a partir de inversiones foráneas o bien, del fomento económico gubernamental. Incluso, en el denominado “Valle Austral” se encuentran proyectos con identidad mapuche que, desde las entrañas de la tierra, buscan cautivar a un público cada vez más exigente.

Texto destacado

A pesar de que es una zona poco reconocida por su tradición vitivinícola, la región de La Araucanía cuenta con sectores con una creciente producción local, originada a partir de inversiones foráneas o bien, del fomento económico gubernamental.


China se consolidó en el año 2020 como el principal destino de productos agroalimentarios de La Araucanía con un valor total de US $5.185 millones durante el último año. Esto, según la investigación denominada “Exports postCovid: Impacto del Covid-19 en la exportación de Agroalimentos de la Zona Sur” y cuyo trabajo estuvo liderado por la académica Valeska Geldres Wiess de la Universidad de La Frontera. No sólo eso, según reporta el estudio, aumentaron los valores y los volúmenes de productos como alimentos (42%), productos agrícolas (23%) y la fruta (20%). Lo anterior, pese a que disminuyó en un 8% la cantidad de empresas exportadoras que declaran como región de origen a La Araucanía.

En este escenario, la industria del vino en esta región empieza a destacarse, principalmente, en la última década. Al menos desde el 2013, se han oficializado iniciativas que exploran el mundo del vino en esta zona para cautivar a clientes que exigen productos nuevos pero de buena calidad. Si bien existen algunos registros históricos de producción vitivinícola en la región, principalmente vinculados a la llegada de colonos suizos y franceses durante el último tercio del siglo XIX, no fue sino hasta finales del siglo XX que la elaboración de vinos, tanto para el consumo local, como para la exportación, cobraría relevancia. En este contexto, fue a partir de 1995, cuando el agricultor Alberto Levy Widmer junto a su yerno, el ingeniero agrónomo enólogo Felipe de Solminihac, plantaron los primeros cultivares de Chardonnay en la Provincia de Traiguén. Una apuesta que dio origen a uno de los grandes vinos blancos de Chile – Sol de Sol de Viña Aquitania- y, con ello, incentivó la tanto la recuperación, como la creación de nuevos proyectos vitivinícolas en la zona, los principales de ellos impulsados por el propio Felipe de Solminihac.

Pioneros también en el desarrollo de la vitivinicultura moderna en la región, hacia fines de la década de 1990, la compañía franco-chilena William Fevre Chile (en co-propiedad con el empresario agrícola Victor Pino y su familia, de presencia centenaria en la región) apostó, de manera pionera, por la pequeña localidad de Quino, Provincia de Malleco, plantando Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir, con excelentes resultados. Inclusive, este año 2021, están prontos a sacar al mercado un vino espumoso de alta gama denominado “Quino Blanc”, en la categoría Blanc de Blanc de Método Tradicional, para celebrar las dos décadas de su proyecto vitivinícola en La Araucanía. En aquellas tierras de origen volcánico aprovechan los cerca de 900 milímetros de lluvia al año para obtener como resultados vinos de notas cítricas y terrosas, muy por lejos de ciertas notas tropicales que abundan en los valles centrales.

Según el Catastro Nacional de 2019 de plantaciones de vides en La Araucanía existe un total de 84,6 hectáreas dedicadas a la producción. Dentro de ella se encuentran importantes expositores de familias reconocidas en la zona y de pequeños emprendedores que, a partir del apoyo de programas gubernamentales, han logrado salido adelante y sostener su producción año tras año.

Por otro lado, cabe destacar la recientemente creada agrupación de “Vinos de La Araucanía”, fundad el año 2020 y que agrupa a cinco empresas de la zona austral, en las provincias de Malleco y Cautín: Viña Kutralkura; Viña Ahínco; Viña Kofkeche; Viña Cavalieri y Viña Capitán Pastene. Instancia que viene a sumarse a lo hecho en el año 2018 cuando se constituye la “Asociación de Viñateros de La Araucanía” que agrupa a varios descendientes de los primeros inmigrantes que llegaron a la zona – como la familia de los enólogos Baettig, de origen suizo-, además de familias mapuche que comenzaron a recuperar y vinificar en la región. Además, desde el 2013, de forma experimental, se aprovecharon hectáreas en las zonas de Carahue, Nueva Imperial, Chol Chol y Galvarino donde se plantaron cepas de Pinot Noir con clara identidad local.

Aquí el mapudungún, lengua de la gente de la tierra, se transformó en un valor agregado en cada uno de los vinos, que ha sido explotado por los productores locales, quienes han colocado nombres de este origen a sus productos.

Otro ejemplo de este avance de la industria del vino en La Araucanía, son las producciones en la zona de Capitán Pastene: “Para nosotros ha sido muy importante la conformación de este proyecto asociativo ya que juntos hemos sido capaces de articular una serie de actividades que serán muy relevantes en nuestra estrategia de exportación”, aseguró a El Mostrador Juan Pablo Lepín, director de la iniciativa de “Vinos de La Araucanía” y uno de los socios de la Viña Capitán Pastene, sobre la producción en la zona.

Esta propuesta se caracteriza por el Moscatel de Alejandría y que tuvo sus primera producción en 2018, con el vino denominado “Los Confines”, desarrollado en la provincia de Malleco, que aprovecha la vendimia en la fecha de abril con veranos secos e inviernos fríos, lluviosos y parcialmente nublados. A esto se suma su oferta de turismo gastronómico y el sabor y aroma de los jamones que se producen en la zona, con la característica tradición de los colonos italianos.

Cepas y climas

Dentro de las cepas que más se producen dentro de la zona aparece el Chardonnay, principalmente en el Valle de Malleco -que desde el 2002 cuenta con la denominación de origen más austral del país- aportando a las cifras que elevan a esta cepa como la cuarta más producida en Chile detrás del clásico Cabernet Sauvignon (30,6%), Sauvignon Blanc (14,6%) y Merlot (11, 6%). Esto, según el último Informe del Vino del mes de mayo de la Oficina de Estudios de Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura.

Además, se pueden encontrar cepas como el Viognier y el mencionado Pinot Noir de menor elaboración en el país, pero de buena calidad. Sin embargo, la producción en la región sigue siendo baja en comparación a zonas como el Maule, Metropolitana y O’Higgins, donde se concentra el clima óptimo para el cultivo de variedades viníferas.

Sin embargo, numerosos especialistas señalan que las condiciones climáticas han cambiado favorablemente entre valles y cordilleras en algunas de las regiones australes del país, que se han caracterizado principalmente por las fuertes lluvias y frío constante, sobre todo en otoño e invierno. A pesar de esto, la selección de las cepas, el cambio climático que ha aumentado las temperaturas en zonas que antes se hacía inimaginable y el trabajo, tecnología y la viticultura de precisión, han hecho que año tras año se logre un aumento paulatino de las plantaciones, calidad de la materia prima y volúmenes producidos en la zona. En este sentido, según datos de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), en Santiago, si el promedio de días con temperaturas sobre los 30°C (1961-1990) era de 46, en 2015 llegó a 81, lo que aumenta la probabilidad de tener olas de calor. En Curicó, por ejemplo, pasaron de 36 a 86 días, por ejemplo, y en Chillán, de 28 a 65. En La Araucanía, su capital Temuco y Valdivia, pasaron de tener 4 a 3 días sobre los 30 grados al año a 10° y 6°, respectivamente.

Las proyecciones en la región de La Araucanía apuntan a que el avance de la tecnología y la forma de comercialización deben tener impacto en época post pandemia: buenas producciones, envasado y vino de calidad a buen precio son algunas de las consignas que se levantan en este momento en que prácticamente todas las viñas del país se han tenido que reacomodar para mantenerse estables.

En este mismo sentido, desde el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, han señalado que buscan potenciar esta región como el polo de turismo enológico más austral del país, impulsando su desarrollo con significativas subvenciones económicas mediante CORFO y SERCOTEC. Esto, en una zona en que los arándanos, manzanas y ganadería son la punta de lanza de la agroeconomía local y que, tras años de trabajo, busca potenciar una incipiente industria del vino y la gastronomía, basada en las diversas tradiciones que perviven en La Araucanía, donde confluyen la cultura e identidad mapuche, con los aportes que en diversas épocas han traído consigo los inmigrantes de Europa.