Artículo #109
Las cooperativas, una forma de emprender en red
Hubo un tiempo, en el que el mundo campesino chileno fue un mundo de cooperativas. Tras la Gran Depresión de principios de la década de 1930, resultó un proceso casi natural para muchos pequeños y medianos propietarios de tierras, la alternativa de asociarse en torno a un modelo de negocios de tipo cooperativo, una forma que permitÃa enfrentar de mejor manera la incertidumbre en los mercados durante el perÃodo de entreguerras , los altos costos de la producción, la falta de calificación en el campo, la ausencia de una polÃtica agraria consistente en el paÃs, y la ausencia de todo tipo de subvenciones hacia una actividad, que por aquellos años, ocupaba de una u otra forma a más de la mitad de los chilenos.
Texto destacado
“Con su distintivo énfasis en los valores, las cooperativas han demostrado ser un modelo empresarial versátil y viable, que puede prosperar incluso en épocas difÃciles. Su éxito ha contribuido a impedir que muchas familias y comunidades caigan en la pobrezaâ€. (Ban Ki-Moon, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas).
Algunos rubros en especÃfico, como la vitivinicultura vivieron este fenómeno con más celeridad, principalmente debido a la contracción generalizada del mercado mundial de vinos tras la I Guerra Mundial, la crisis de sobre-stock experimentada a principios de 1920, y los terribles efectos del terremoto de 1939, que destruyeron una parte sustantiva de la capacidad productiva de la industria del vino en Chile, y dejó a su paso la escalofriante cifra de 6 mil muertos., en el corazón dela agricultura chilena.
Las grandes cooperativas de la vitivinicultura chilena datan de ésta época: Control (LimarÃ), Capco (Copiapó) y Capel (Elqui) en el Norte Chico, la Covica (Cauquenes), Loncomilla (Maule) y Coelemu (Itata), Colún, Soprole, Chilolac y Loncoleche, en el sur del paÃs, las que, entre muchas otras, fueron una alternativa de subsistencia para una cantidad de varios miles de pequeños y medianos agricultores que se resistieron a dejar sus actividades y formas de vida, evitando participar del otro gran fenómeno que marcarÃa la época en Chile: la migración del campo a las ciudades.
La Reforma Agraria es el otro gran asunto que envolvió al campo chileno durante las décadas que siguieron. Entre 1960 y 1980 no hubo otro tema más importante en el campo, generando expectativas, esperanzas, decepciones y frustración casi por partes iguales en una amplia mayorÃa de los agricultores y trabajadores del agro chileno durante dos generaciones completas.
Más tarde, el Régimen Militar señalarÃa con claridad: “No queremos un Chile de proletarios, sino uno de propietariosâ€. Su polÃtica hacia el agro fue, a partir de 1975, la de promover la asignación de parcelas a pequeños agricultores, desmovilizando a las asociaciones de base que habÃan generado los partidos polÃticos y reprimiendo con fuerza todo tipo de actividad sindical y asociación obrero-campesina. HabÃa comenzado la época oscura de las cooperativas en Chile, asociadas a partir de los gobiernos de Frei y Allende con la politización de izquierda y las ansias reividicacionistas del inquilinaje.
Muchas cooperativas pasaron a ser sociedades anónimas cerradas, otras se convirtieron en empresas abiertas, muchas fueron adquiridas por grandes consorcios nacionales y/o transnacionales, y otras simplemente quebraron.
Plenamente vigentes
No faltaron los economistas y administradores que se apresuraron en declarar su caducidad prematura. El modelo cooperativista fue dejando rápidamente de ser una alternativa real en el mercado, pasando a ser un objeto de estudio no ya de la economÃa, sino de la historia económica del paÃs. Virtualmente desapareció de las escuelas de ingenierÃa comercial de las universidades chilenas, al punto que muchos jóvenes de hoy las desconocen –y desconocen el modelo cooperativo- casi por completo.
No obstante, las cooperativas no han desaparecido en el mundo. Para muchas paÃses siguen siendo una de las principales formas asociativas y sustentables de organizar la producción de bienes y servicios, particularmente en el agro y la ganaderÃa, y gozan de buena salud en paÃses como Francia, Bélgica España, Italia, Grecia, Canadá, Australia y Los EE.UU. En América Latina, en paÃses como Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia siguen estando presentes, con fuerza, en diversas actividades productivas.
Un vehÃculo para la integración social
Quizás el desafÃo mayor que tenemos en la actualidad hacia los estudiantes de economÃa y administración, asà como hacia el conjunto de la sociedad chilena, sea justamente la necesidad de desmitificar al modelo cooperativista, rescatando su valor intrÃnseco como promotor de una sociedad más equitativa y justa, y su capacidad para organizar la producción de una forma más eficiente, integrada y participativa.
No es una tarea fácil, pero es preciso contravenir la actual tendencia hacia el individualismo y la falta de sinergias en un mercado que, paradógicamente, se observa cada vez más concentrado e inaccesible para los productores pequeños y medianos del paÃs.
A fin de cuentas, no sin motivos fue que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2012 como el “Año Internacional de las Cooperativas†y resaltando “la contribución de las éstas al desarrollo económico y socialâ€, especialmente su impacto en la reducción de la pobreza, la creación de empleos y la integración social.