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Artículo #66

La curva de salida: el COVID y la reinvención del turismo

Por Pedro Guajardo (con la colaboración de Ingrid Castro) FEBRERO DEL 2021

La humanidad, y por cierto el turismo, ha vivido un evento traumático; una pandemia sin precedentes, que nos ha obligado a pensar en un proceso de reinvención. Sin embargo, no podemos sentarnos a esperar la inmunidad de rebaño para diseñar ese proceso; tendremos que adaptarnos al nuevo contexto y comenzar a gestarlo desde ya. La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su Artículo 24 plantea que: “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. Hoy, ese derecho se ha visto vulnerado por razones contundentes: la crisis sanitaria. Así, la situación actual ha conducido a trabajadores y trabajadoras del turismo a diversificarse, o incluso, a cambiar el rumbo laboral. Ejemplo de aquello son los guías, quienes en su mayoría han debido emplearse en otros rubros. Es decir, en esta primera etapa, el mundo del turismo, incluido sus actores, ha debido adecuarse y reaccionar. Pero ¿será esta la forma de continuar enfrentando la crisis? En el artículo de Editorial Vinífera “Una nueva crisis, una nueva oportunidad”, indicábamos que la OMT plantea la duración de una emergencia sanitaria en turismo, en 19.4 meses. Pues bien, marzo del 2021 nos sitúa recién en el mes 12 del inicio de la pandemia; la llegada de vacunas y la proyección de vacunación de población, propone que, en junio, estaríamos en el mes 14. No podemos llegar a ese momento sin una estrategia definida, menos aún improvisar el retorno.

Texto destacado

La Declaración Universal de Derechos Humanos, en su Artículo 24 plantea que: “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.


En el punto de la crisis sanitaria en que hoy nos encontramos, considerando su manejo y evolución, tendremos que concentrar los esfuerzos en racionalizar y concordar una estrategia en el corto plazo, sin dejar de lado la mirada hacia el futuro. Nuevamente deberemos responder a un contexto de incertidumbre, sintonizando con los distintos hitos que se vayan produciendo en el camino; pero, la ventaja es que esta vez, conocemos las características del escenario; lo podemos ver venir.

Para ello, como mencionábamos antes, será necesario considerar el plazo al cual debemos llegar preparados como industria: junio de 2021. Las proyecciones de Ministerio de Salud hablan de lograr para ese mes, una cantidad de 15 millones de chilenos y chilenas vacunadas; lo cual nos sitúa en las mejores condiciones para al turismo, desde que inició la pandemia.

La llegada de la vacuna pareciera anunciar la curva de salida de esta crítica etapa, no obstante, pese a que esta llegue a su fin, la situación ya no volverá a ser la misma. La crisis que vivimos ha tenido un fuerte impacto en nuestra sociedad y, por supuesto. en los y las turistas, influyendo también en sus necesidades y preferencias.

Todo lo cual, nos obliga a repensar la industria, considerando cómo enfrentar la nueva forma de vivir y, por lo tanto, la nueva forma de vacacionar. La oferta turística deberá hacerse cargo de proporcionar espacios seguros, verdaderos refugios, o a lo menos lugares que cuenten con los controles básicos para evitar el contagio.

Por lo tanto, no solo bastará reaccionar, será necesario planificar y diseñar la salida; gestionar instancias en que se satisfaga el derecho humano al tiempo de ocio, cuidando, al mismo tiempo, a los y las viajeras, bajo estrictas medidas de protección.

Pero no solo eso; la reconstrucción del sector turismo, deberá, además, fundar o refundar comunidades y empresas más resilientes, mediante la innovación, la digitalización, la sostenibilidad y las alianzas. He ahí la oportunidad que cada crisis siempre nos ofrece: cambiar para mejorar.

Nos enfrentaremos, por una parte, al desafío de recuperar la confianza de los y las consumidoras, y por otra, a la incertidumbre sobre la pandemia post vacuna y las repercusiones de la recesión económica. En el inicio de esta segunda etapa deberemos tener en mente todos estos factores. Un tiempo que sin duda continuará trazando retos sin precedentes al sector turístico y a la humanidad.

La oportunidad de cambiar; resignificar la experiencia

Acorde a lo planteado por expertos epidemiólogos respecto a la aplicación de la vacuna y su incidencia en el manejo de la pandemia, podemos prever que el proceso será paulatino.

En consecuencia, debería venir un quiebre del comportamiento habitual de la estacionalidad turística: no habrá aumento en la demanda durante los meses de temporada alta, como había sido hasta antes de la pandemia, pero, cuando esta concluya, las personas responderán a la necesidad intuitiva de salir del encierro; el momento o estación del año, en que eso ocurra, no importará demasiado. La industria, ¿se encontrará a la altura de esas circunstancias? La oferta existe, pero se debe adecuar. El desafío entonces es estar preparados para ese momento.

Hemos trabajado durante mucho tiempo sobre dinámicas aprendidas, hoy nos situamos en otro punto de partida. En este nuevo escenario, las variables más que nunca son distintas y diversas. Deberemos contener y enfocar una demanda que reaccionará a sentidos básicos. En este momento, más que nunca el foco debe estar en humanizar la oferta. Pareciera muy fácil , pero no lo es. Es un gran desafío a corto plazo.

Será necesario, desde el turismo, comprender la necesidad de adaptarnos y concretar la posibilidad de reconocer el impacto que esta crisis ha generado en la humanidad y, por ende, en las personas. La emergencia sanitaria ha obligado a un cambio civilizatorio en pocos meses. Pues bien, una revitalización requiere generar posibilidades y respuestas acordes a este verdadero cambio de paradigma.

El turismo proporciona medios de subsistencia a miles de personas y permite a los y las turistas, apreciar diversas culturas, así como también, acercarse a la naturaleza, aprendiendo a armonizar con ella. Esta es una constante que continuará sucediendo. Sin embargo, la profundidad con que se experimentarán dichas vivencias será diferente.

En este punto, podemos formularnos varias preguntas: ¿qué busca la gente después del encierro? libertad, oportunidades; ¿cómo nos dedicamos a diseñar experiencias turísticas que satisfagan esa necesidad tan humana?; ¿cuáles serán esas nuevas experiencias turísticas que deberemos ofrecer?

Por último, ¿tenemos la capacidad de resignificar el turismo?

Un rediseño del turismo; es el minuto para lograrlo

Pensando en el corto plazo y tomando como modelo el enoturismo, hoy es tiempo de mejorar la experiencia. Una buena forma de hacerlo sería, por ejemplo, incluir en el maridaje, a la gastronomía local, para poner en valor las preparaciones y platos típicos de cada zona; la bandeja, de queso y aceitunas, quedó atrás. No es solo el plato, es quien lo prepara, lo cual connota cultura y color local, resignificando el sentido del maridaje. Satisfacer la búsqueda del turista, requiere más.

Por otra parte, debemos pensar en el diseño de eventos de baja temporada, asociados a la cultura (otro sector muy golpeado durante la crisis), vinculando espacios abiertos con aforos definidos y una estrategia de comercialización sencilla, invitando a quienes han pasado un mal tiempo, a vivir una experiencia distinta. Nos referimos, por ejemplo, a conciertos al aire libre, intervenciones artísticas, representaciones históricas, entre otros.

Asimismo, luego del prolongado confinamiento, muchas especialistas han recomendado terapias alternativas, como yoga, reiki, entre otras, además de la meditación en contacto con la naturaleza. La industria turística deberá también hacer eco de dichas recomendaciones, entendiendo que las vacaciones no serán solo instancias de distracción, si no, muchas veces, verdaderos procesos terapéuticos o de sanación.

Es decir, tendremos que reinterpretar la oferta turística, adecuándola a los nuevos requerimientos y propósitos que la demanda exigirá en este nuevo comienzo.

En síntesis, en esta reinvención, evidentemente, un punto fundamental será fomentar la confianza mediante protocolos de salud y seguridad en todas las operaciones turísticas. Sin embargo, eso no será suficiente; deberemos, al mismo tiempo, sintonizar con la demanda y responder a ella, generando alianzas, mediante el fortalecimiento de una coordinación basada en la solidaridad. Solo así lograremos verdaderamente la recuperación socioeconómica.

La crisis les tocó a todos, pero no a todos por igual. Será necesario que la revitalización del turismo, sí les toque a todos por igual.

(Agradecimientos a Ingrid Castro por su colaboración)