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Artículo #39

Chile alimenta a Chile

Por Carlos Reyes Medel (Director de Viaje al Sabor) OCTUBRE DEL 2020

En esta multicrisis social, económica y sanitaria, se develan las de un Chile que por décadas ostentó una imagen de estabilidad. Bajo ese entorno la dependencia importadora alimentos básicos surge con fuerza: trigo, arroz, carnes vacunas, lácteos y la muy llamativa carencia de legumbres de producción propia. Un todo azuzado una economía permisiva ante llegada de productos subsidiados desde sus países de origen. Al ponerse en el mercado a mucho menor precio que los insumos nacionales, desincentivaron cultivos locales, conformando una amenaza mayor a la seguridad alimentaria. Qué decir sobre su soberanía.

Texto destacado

El problema es transversal y da pie a movilizaciones. Aparecen desde comunidades que abogan por un mayor protagonismo de la agricultura familiar campesina.


El problema es transversal y da pie a movilizaciones. Aparecen desde comunidades que abogan por un mayor protagonismo de la agricultura familiar campesina (vea: Se articulan ideas en torno a la soberanía alimentaria en Chile), pero también desde actores mayor envergadura como los representados por Ricardo Ríos. Es el segundo productor lechero más importante del país a través de Chilterra, que desde la zona de Valdivia y junto a una treintena de agricultores, sumado a economistas, ingenieros, locatarios de la Vega Central de Santiago y representantes políticos de la región, se organizó en torno a la campaña ¨Chile Alimenta a Chile¨ (www.chilealimentachile.cl), que desde hace algunas semanas y sobre todo a través de redes sociales, busca generar un cambio en cómo desde las autoridades y el sistema, se aprecia el desarrollo del agro local.

Ríos es uno de los creadores de la idea y sostiene una mirada que considera clave: un trato horizontal entre dueños y trabajadores en materia agrícola. Y por qué no, nacional. Por eso inicia la conversación mostrando un video, en donde una vecina de origen mapuche le agradece su apoyo para implementar una moderna área de crianza de ganado. “El problema es que en Chile, por el modelo que hay, te marca mucho el donde naciste y eso es lo que debemos tratar de cambiar con inteligencia. No es algo instantáneo pero requiere de tiempo”.
Ese tiempo ya empezó a correr. Para él desde hace varios años ya, como parte de su modelo de trabajo inspirado en las lecherías que conoció en Nueva Zelandia. Mucha de esa experiencia quisiera traspasar a Chile Alimenta a Chile, aunque es un objetivo no esencial en estos momentos.

Es preciso cuidar la agricultura

Lo principal para ellos es visibilizar lo necesario que significa la producción alimenticia por y para el territorio nacional. “Lo que realmente tenemos que aplicar es el libre mercado pero de forma sana y correcta: sin colusiones, ni oligopsonios”, dice refiriéndose a los poderes de compra ultraconcentrados, que predominan en medios como la leche, el vino o en diversas partes del agro que aprietan la ganancia del productor inicial.

Libre mercado mejor regulado, una cancha pareja que no existe para el agro, atendiendo a las palabras de Ríos, una de las solicitudes que le hacen al gobierno. “Obviamente si se puede traer una lenteja más barata desde Canadá, hay alguien que está convencido que lo está haciendo bien. Y eso es mentira porque la canasta básica es más cara en Chile que en Alemania. En esos países la competencia real; y donde no la hay, existen sistemas que regulan que nadie deje la escoba”, dice Ríos y agrega: “El problema de fondo es que se descuidó la agricultura, se ha confundido libre mercado con el libertinaje; se han permitido productos subsidiados ver extranjero que a corto plazo parece algo inteligente, pero no es inteligente porque por algo las distorsiones y los subsidios están sancionados por la Organización Mundial de comercio.”
Ríos aboga por un mayor entendimiento del trabajo del campo, que luego redunde en una valorización, tanto desde la diginidad como también sobre el valor real de quienes laboran en el mundo rural. “Un porcentaje muy chico de la población tiene la capacidad de trabajar en el campo. Se piensa que la gente del campo es la menos calificada. Pero es al revés. De hecho la gente del campo tiene una resiliencia y una fortaleza física y mental muy alta, porque siempre estar expuesto al clima, a los precios y a todos.”
Desventajas productivas en el agro derivan entre otras cosas en bajos sueldos, migración a la ciudad y a nivel general problemas alimentarios como los vividos hoy en Chile -malnutrición- acenturados en este período de emercencia. “Todo esto pone en el tapete lo vulnerable que somos y ahora es el momento en que diseñemos un nuevo modelo, más resiliente. Si la gente deja de comer carne y solo consume carbohidratos, el motor de nuestro país afecta a las personas, el motor de Chile. Si no existe una alimentación balanceada debilitamos a Chile”, dice Ríos.